Autoridades advierten sobre la inminente llegada del cartel mexicano Los Caballeros Templarios a Colombia
La inquietud por la posible llegada de Los Caballeros Templarios a Colombia ha dejado de ser una simple especulación para convertirse en una amenaza concreta. La expansión de este cartel m...
La inquietud por la posible llegada de Los Caballeros Templarios a Colombia ha dejado de ser una simple especulación para convertirse en una amenaza concreta.
La expansión de este cartel mexicano, conocido por su brutalidad y sofisticación en el control territorial, genera alarma entre expertos y autoridades, quienes advierten sobre el riesgo de que se replique en el país la violencia y las tácticas que han marcado a Michoacán.
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La preocupación se centra especialmente en regiones estratégicas como Antioquia, donde la geografía y las rutas del narcotráfico podrían facilitar la consolidación de operaciones criminales de alto impacto.
De acuerdo con fuentes consultadas por Semana, la influencia de grupos mexicanos ya se percibe en el suroccidente colombiano, pero las intenciones de Los Caballeros Templarios van más allá de la presencia actual.
Se habla de un proceso de colonización criminal que busca extenderse hacia territorios clave, aprovechando la economía ilegal y la necesidad de dominio territorial.
Analistas advierten que, si este avance se materializa, Colombia podría enfrentar una escalada de violencia caracterizada por el uso de minas antipersonales, drones y enfrentamientos directos entre organizaciones, tal como ha ocurrido en Michoacán.
El historial de Los Caballeros Templarios en México revela métodos de control social y violencia ritual que han dejado huella en la región.
Surgidos en 2011 como una reconfiguración de La Familia Michoacana, el cartel fue liderado por Servando Gómez Martínez, conocido como la Tuta, que fue capturado en 2015 y extraditado a Estados Unidos el 12 de agosto de 2025.
A pesar de la detención de su líder, el grupo ha mantenido su capacidad de imponer terror mediante prácticas como la colocación de minas, ataques con drones y la ejecución de rituales violentos.
Reportes citados por Semana y crónicas periodísticas, como la de Manu Ureste en Milenio, describen cómo los templarios y sus rivales del cartel Jalisco Nueva Generación han sembrado de explosivos zonas enteras de Michoacán, una táctica que encuentra eco en las estrategias de disidencias de las Farc y el ELN en Colombia.
La posibilidad de que estas prácticas se trasladen a Colombia se refuerza con testimonios recientes que evidencian el reclutamiento transnacional.
El caso de Isac Escorcia, exmilitar colombiano que combatió en Ucrania, ilustra cómo las redes criminales buscan atraer a excombatientes con promesas engañosas.
En una transmisión en vivo realizada el 12 de octubre desde Ucrania, Escorcia advirtió sobre los riesgos de aceptar ofertas para unirse a grupos armados: “Te llevan con mentiras, es mentira que te pagan. Y, si te quieres volar, te agarran, te mandan preso y después pa la línea cero”, relató, según recogió Semana.
Durante la misma transmisión, Escorcia dejó entrever la existencia de vacantes para integrar Los Caballeros Templarios en Colombia, al afirmar: “Escribe al interno, me interesa esa vacante… Y, si el otro año ya forman Los Templarios en Colombia, nos vamos”. Estas declaraciones han encendido las alarmas sobre la posible llegada de combatientes experimentados a las filas del cartel.
Las advertencias sobre la presencia de mafias mexicanas en Colombia no son nuevas para las autoridades.
La Defensoría del Pueblo, en la Alerta Temprana 012 del 26 de agosto de 2025, identificó la actividad de carteles como Sinaloa y Jalisco Nueva Generación en Cali, y alertó sobre la colaboración de emisarios europeos desde Ecuador para fortalecer el crimen transnacional en las zonas productoras de coca del sur del país.
Fuentes militares reconocen el intercambio de datos con otras agencias estatales, aunque admiten que aún no existe documentación pública concluyente sobre alianzas formales entre organizaciones mexicanas y colombianas. Lo que sí resulta evidente es que la llegada de grupos extranjeros suele ir acompañada de manifestaciones de violencia simbólica y pública, como las que han marcado la historia reciente de Michoacán.
El trasfondo de la violencia ritual asociada a Los Caballeros Templarios se remonta a episodios que dejaron una profunda huella en México.
El 7 de septiembre de 2006, miembros de La Familia Michoacana depositaron cinco cráneos humanos en la pista de baile de un club nocturno en Uruapán, junto a un mensaje que pretendía justificar sus acciones: “La familia no mata por paga. No mata mujeres, no mata inocentes. Solo muere quien debe morir. Sépanlo toda la gente, esto es justicia divina”. Este tipo de actos, documentados por Semana, reflejan la capacidad de los carteles para imponer su dominio a través del terror y la simbología, un fenómeno que podría replicarse en Colombia si se consolida la expansión de estas mafias.
La experiencia de Michoacán sirve como advertencia sobre las consecuencias de permitir que organizaciones criminales con recursos y experiencia se asienten en contextos donde el Estado muestra debilidad, abriendo la puerta a nuevas formas de violencia y control social.