De la resistencia social a la empatía como motor de cambio: el modelo que transforma escuelas y familias, según un experto de Yale
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La inteligencia emocional, definida por el Dr. Marc Brackett como la “habilidad maestra” que cualquier persona puede adquirir, ha cobrado protagonismo en la discusión sobre bienestar emocional y salud mental.
Brackett, profesor de Yale y fundador del Centro de Inteligencia Emocional de esa universidad, cuenta con casi 30 años de trayectoria impulsando lo que llama una “revolución emocional”. Está convencido de que la regulación emocional encarna la competencia más relevante para la vida cotidiana.
Su programa RULER, implementado en más de 5.000 escuelas y con impacto en unos 7 millones de alumnos, busca transformar la forma en que niños y adultos interpretan y gestionan las emociones, según comentó en una reciente entrevista en The Rich Roll podcast.
Durante la conversación con Rich Roll, Brackett describió la vida como una sucesión de emociones diversas: ansiedad, frustración, enfado, tristeza, pero también alegría y satisfacción. “La regulación emocional es la habilidad maestra que todo ser humano puede aprender”, afirmó.
Para el académico, el secreto no está en evitar ni reprimir los sentimientos, sino en aprender a convivir con ellos y gestionarlos de manera saludable. “Las emociones importan porque afectan nuestra atención, memoria, toma de decisiones, relaciones, salud física y mental, y desempeño”, explicó.
Brackett identificó una notable resistencia social a la autoobservación y expresión emocional, especialmente entre los hombres. En sus charlas, muchos padres reconocen la dificultad de hablar sobre sus emociones con sus hijos por temor a parecer frágiles.
Sin embargo, sostiene que la carencia de educación emocional en la infancia puede acarrear problemas de salud mental y dificultades en las relaciones personales y profesionales durante la edad adulta.
Uno de los ejes centrales de la entrevista fue la diferencia entre emociones, sentimientos y estados de ánimo. Brackett explicó que una emoción constituye una reacción automática a un estímulo, interno o externo, que influye en la percepción, el comportamiento y la motivación.
Los estados de ánimo resultan menos intensos, pero más duraderos, mientras que los sentimientos son vivencias íntimas y subjetivas. “No todos experimentamos las emociones de la misma manera; nuestra historia y cultura influyen en cómo las vivimos”, señaló.
El psicólogo también enfatizó la importancia de no apegarse completamente a las emociones debido a su carácter transitorio. “Uno de los elementos claves de una emoción es su impermanencia. Eso es liberador”, expresó.
El modelo RULER: 5 competencias claveEl programa RULER, desarrollado por Brackett y su equipo, se basa en 5 competencias fundamentales: Reconocer, Comprender, Etiquetar, Expresar y Regular las emociones. Estas habilidades, considera el profesor de Yale, se aplican tanto en contextos escolares como empresariales y familiares.
Reconocer implica observar tanto el propio estado emocional como el de los demás, a través de señales como el tono de voz, las expresiones faciales o el lenguaje corporal.
Comprender requiere identificar causas y consecuencias de las emociones, diferenciando por ejemplo entre el enojo (asociado a una percepción de injusticia) y la decepción (vinculada a expectativas incumplidas).
Etiquetar consiste en poner nombre preciso a cada emoción, lo que facilita la comunicación y la gestión emocional. “Cuando puedes etiquetar una emoción, puedes regularla”, afirmó en The Rich Roll podcast.
Expresar emociones de manera adecuada constituye otro pilar, ya que muchas personas temen comunicar sus sentimientos por temor al rechazo o a perder relaciones. Aprender a hacerlo de manera efectiva fortalece los lazos y previene conflictos.
Por último, Regular las emociones exige desplegar estrategias para convivir con ellas y no para eliminarlas, eligiendo la respuesta más adecuada según el contexto.
Herramientas y estrategias para la regulación emocionalBrackett compartió diversas herramientas prácticas para la regulación emocional, entre ellas el mood meter, un recurso visual que ayuda a identificar el estado emocional personal a partir de dos ejes: nivel de energía y grado de agrado o desagrado.
Esta herramienta, utilizada en el programa RULER y en la aplicación “How We Feel”, permite situar las emociones en uno de cuatro cuadrantes (amarillo, verde, azul y rojo) y reflexionar sobre su causa y estrategias para afrontarlas.
El psicólogo subrayó la importancia de la autocompasión y la empatía, tanto hacia uno mismo como hacia los demás. “La autocompasión y la empatía son más importantes que ser el más inteligente o el mejor solucionador de problemas”, sostuvo.
Entre las tácticas cognitivas recomendadas, mencionó la observación del diálogo interno, el distanciamiento espacial y temporal, como imaginar una situación difícil como una escena de película, para ganar perspectiva, y la reformulación de pensamientos negativos.
Brackett recalcó que la regulación emocional es una habilidad adquirida con práctica constante, no innata. “No nacemos con un bolsillo lleno de estrategias basadas en la evidencia para regular nuestras emociones”, destacó.
Impacto social y educativo de la inteligencia emocionalEl psicólogo destacó que la inteligencia emocional no es una “habilidad blanda” ni un lujo, sino una competencia esencial para el bienestar individual y colectivo.
“La prevención es mucho más rentable que la intervención”, advirtió, señalando que la falta de compromiso institucional y social contribuye al aumento de la ansiedad, depresión y soledad.
Subrayó que el cambio cultural debe comenzar por los adultos: “Nuestro trabajo empieza con los docentes, padres y líderes, porque ellos no recibieron educación emocional y necesitan desarrollarla para poder transmitirla a los niños”.
Además, invitó a la sociedad a convertirse en “aliados emocionales”, capaces de escuchar sin juzgar, mostrar empatía y crear espacios seguros para el desarrollo emocional: “Solo un tercio de las personas dice haber tenido permiso para sentir en su infancia; esto marca diferencias en la vida adulta”.