Reinvención profesional en tiempos de facilitación aduanera
“El despachante tiene que dejar de ser visto como un simple gestor documental y convertirse en un ...
“El despachante tiene que dejar de ser visto como un simple gestor documental y convertirse en un aliado estratégico”, sostiene José. A partir de años de experiencia, analiza la evolución del comercio exterior argentino, los efectos de la facilitación aduanera y el impacto del nuevo escenario minero en la actividad profesional.
¿Qué cambios más significativos observaste en todos estos años en la operatoria aduanera argentina?Los cambios más importantes que estamos viendo se dan en un proceso de facilitación del comercio, impulsado por la modernización del sistema y la eliminación de barreras que estuvieron presentes durante mucho tiempo. Un ejemplo claro es la desaparición del certificado de importación de bienes usados, que rigió durante años. Esto forma parte de una tendencia global que tarde o temprano iba a llegar a la Argentina.
Hoy vivimos un escenario donde los procedimientos son más simples y eficientes, y eso nos obliga a jerarquizar la profesión y reinventarnos. La simplificación también implica asumir nuevos desafíos, sobre todo en la forma en que nos adaptamos a los estándares internacionales.
¿Cómo afectó esta facilitación a tu trabajo y al rol del despachante?En un primer momento, la sentimos como una amenaza. El decreto de febrero de 2024, que modificó buena parte de la normativa vinculada al comercio exterior, generó cierta incertidumbre. Pero muchos decidimos tomarlo como una oportunidad.
En mi caso, este cambio fue el impulso para iniciar la certificación internacional como Operador Económico Autorizado (OEA), una figura muy desarrollada en otros países pero todavía incipiente en Argentina.
Esta certificación no solo eleva el estándar de trabajo, sino que también promueve la trazabilidad y transparencia de las operaciones. Si todos los actores —desde transportistas hasta terminales portuarias y despachantes— contaran con esta certificación, lograríamos una operatoria más segura y confiable, reduciendo riesgos asociados al financiamiento del terrorismo y al narcotráfico.
La Organización Mundial de Aduanas impulsa este tipo de estándares, y la Dirección General de Aduanas, a través de ARCA, adhirió al programa. Aunque el proceso no es sencillo, tampoco es imposible. Implica formación, auditorías y compromiso con la mejora continua. Pero el resultado es un entorno donde todos los actores se benefician: el Estado, las empresas y los profesionales. El OEA eleva el nivel del servicio y fortalece la reputación del país frente al mundo.
¿En qué sectores te desempeñás actualmente y cómo evolucionó tu trayectoria?Llevo casi 30 años en la actividad, y en ese tiempo tuve que adaptarme a muchos cambios. El comercio exterior en Argentina está estrechamente ligado al contexto económico, y eso nos obliga a movernos junto con él.
Comencé trabajando en sectores industriales que hoy casi no existen, como el del cuero y las curtiembres. Con los años, me fui especializando en industria, minería, alimentos y pesca, áreas donde actualmente se concentra la mayor parte de mis clientes. Aprendí que en este trabajo hay que ser flexible: las oportunidades aparecen en distintos lugares, y el desafío está en saber leer los ciclos de la economía.
¿Qué desafíos presenta el sector minero en materia de comercio exterior?La minería está viviendo un momento de gran expansión. Basta con mirar los proyectos activos en el norte del país para entenderlo. Actores internacionales de peso están desembarcando con inversiones muy fuertes en litio, cobre y otros minerales.
Esto genera un desafío enorme para las provincias, porque las infraestructuras actuales no alcanzan para acompañar el crecimiento que se viene. Pero también representa una oportunidad para los profesionales del comercio exterior, porque exige servicios más sofisticados, más transparentes y de mayor calidad. Empresas globales traen consigo estándares muy altos, y nosotros, como despachantes, tenemos que ponernos a la altura de esas expectativas.
¿Qué implicancias tiene esta transformación para el trabajo del despachante?Nos obliga a elevar nuestro nivel de servicio. Estas compañías están acostumbradas a operar en contextos donde la eficiencia y la transparencia son la norma. Por eso, debemos capacitarnos, profesionalizarnos y ofrecer soluciones que estén a la altura de lo que demandan.
El despachante tiene que dejar de ser visto como un simple gestor documental y convertirse en un aliado estratégico, capaz de agregar valor en cada operación y de entender la cadena completa, desde lo aduanero hasta lo logístico y financiero.
¿Cuál es el vínculo del despachante con la logística?Es muy estrecho. Aunque nuestro eje sea el aspecto aduanero, tenemos la idoneidad para tomar decisiones logísticas. Muchos clientes nos delegan la contratación de servicios porque confían en nuestra experiencia para elegir la mejor opción en función del costo y la calidad.
En definitiva, se trata de generar confianza. Cuando un cliente me delega la búsqueda de una solución logística, está confiando no solo en mi transparencia, sino en mi capacidad para entender la operación y encontrar la herramienta más adecuada. Esa es nuestra verdadera función: ser parte del engranaje que conecta a la industria con el mundo, aportando criterio, conocimiento y profesionalismo.
¿Cómo ves el futuro del comercio exterior argentino?Soy optimista. Creo que estamos entrando en una etapa de crecimiento, impulsada por la simplificación administrativa y la adopción de tecnología. La digitalización está cambiando todo, y oponerse a eso sería absurdo.
Argentina necesita trabajar más en la promoción de las exportaciones de bienes nacionales. No es lógico que se graven las ventas externas con retenciones, porque las exportaciones son una de las principales fuentes de ingreso genuino de divisas. Cualquier gobierno debería enfocarse en generar condiciones más competitivas y herramientas modernas para facilitar el comercio.
También creo que los profesionales del sector tenemos que seguir agregando valor y adaptándonos. El despachante no es un mero declarante: interpreta normativas, resuelve problemas y se anticipa a los cambios. Esa versatilidad es lo que nos mantiene vigentes.