
“Espero haber dejado cosas buenas en la Salud Pública”
Oriunda de Resistencia, Chaco, la Dra. Sandra Borchichi estudió medicina en la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) en Corrientes. Después de terminar la carrera en 1991, con...
Oriunda de Resistencia, Chaco, la Dra. Sandra Borchichi estudió medicina en la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) en Corrientes. Después de terminar la carrera en 1991, con 24 años de edad, su camino la llevó a la residencia de pediatría en el Hospital Provincial Dr. Fernando Barreyro. “Luego hice la subespecialidad como hospital de base en el Hospital Nacional Alejandro Posadas”, explicó en diálogo con PRIMERA EDICIÓN sobre los primeros pasos de su trayectoria profesional. Actualmente, continúa ejerciendo en el Hospital Provincial de Pediatría Dr. Fernando Barreyro y, además, en el Sanatorio Simes de la provincia.
Su vocación por la pediatría llegó casi por azar, en un proceso de descubrimiento: “Siempre le digo a los jóvenes que la vida es la que te va llevando. Uno no decide un día hacer pediatría porque sí, uno va probando, le va tomando cariño a las especialidades, y bueno, va cambiando lo que pensaba hacer. Cuando estudiaba, quería ser médica generalista y trabajar en lugares como El Bolsón, pero al conocer esa zona, me di cuenta de que no habría sobrevivido ni un mes ahí”.
Los comienzosBorchichi recordó que, en aquellos años, los niños diagnosticados con leucemias, linfomas y otros tipos de cáncer en la provincia eran derivados a Buenos Aires. “Era muy difícil para las familias que atravesaban estas enfermedades. Fue justamente un paciente con un tumor renal el que me abrió las puertas a hacer la especialidad. Él tenía que viajar a Buenos Aires para recibir un tratamiento que duraba apenas 15 minutos una vez por semana. Eso implicaba un costo enorme para la familia y el Estado”, compartió.
Fue esta situación la que la motivó a dedicarse a la hematología pediátrica, una subespecialidad que combina el tratamiento de enfermedades de la sangre con tratamientos oncológicos, y que, en Misiones, como en muchas otras provincias, era escasa.
Refiriéndose al Hospital Provincial Fernando Barreyro, señaló que en ese entonces “el hospital tenía cuatro o cinco años de creado, lo que hoy llamamos la parte vieja, era un hospital moderno”. Borchichi destacó que su trabajo fue parte de un crecimiento colectivo: “Había que ganar terreno dentro del hospital, la confianza de los médicos, enseñar a enfermeros y terapistas cómo tratar a estos pacientes”.
Solo dos especialistas en la provinciaEn su caso, la especialidad es una mezcla entre hematología y oncología pediátrica, que se caracteriza por la falta de especialistas, pero también por el nivel de dedicación y compromiso que requiere. “En el país no somos más de 50 especialistas, en Misiones, junto al doctor Fernando González, somos dos”, subrayó Sandra, destacando la realidad de los pocos médicos capacitados en esta rama de la medicina.
La especialista comentó que “en Argentina hay 1.200 casos al año, sumando tumores sólidos y los que afectan la sangre. En el caso de Misiones, la estadística anual es de 50 casos”.
En ese sentido, se refirió al futuro de la especialidad y a la necesidad de formar nuevos especialistas. “Hoy tenemos una persona capacitándose en el Hospital Garrahan y confiamos en que vuelva a la provincia”.
El rol de la mujer en la profesiónA lo largo de sus años de carrera, Sandra también fue testigo del cambio en la medicina, especialmente en lo que respecta a la participación femenina. “Hoy por hoy, la mujer ha invadido muchísimo en medicina, sobre todo en especialidades que antes eran como que estaban vedadas, por ejemplo, las especialidades como cirugía, como traumatología”, señaló, mencionando cómo las mujeres han logrado abrirse paso en áreas dominadas históricamente por hombres.
Para Sandra, ser mujer en pediatría no fue un desafío en sí mismo, ya que siempre fue una especialidad con una presencia significativa de mujeres. Sin embargo, reflexionó sobre la importancia de los cambios en la sociedad y la medicina. “Las mujeres se han ido empoderando y han llegado a cargos públicos, como la dirección de hospitales, por ejemplo. Conozco muchas médicas mujeres han hecho mucho por la provincia”, dijo con orgullo.
También mencionó la dificultad de conciliar la vida profesional con la vida privada, lo cual es una de las cargas más pesadas que enfrentan las mujeres, especialmente aquellas que ejercen profesiones demandantes como la medicina. “El trabajo de la mujer en sí se divide en muchísimas partes, incluso aquellas que no son madres”, haciendo alusión a cómo, incluso sin hijos, las mujeres asumen responsabilidades adicionales en el ámbito familiar. Esta división, que muchas veces no es tan visible, incluye tareas cotidianas como organizar la casa, cuidar de los familiares y, en su caso, atender la salud de todos los miembros de su entorno.
“Lo veo en mis compañeras hoy que tienen a sus hijos pequeños, que se tienen que dividir, en llevar a los chicos a la escuela, volver a trabajar, ir a buscarlos, quién los va a cuidar, que si no vino la niñera, los útiles, la ropa. A pesar de que hoy por hoy los hombres ayudan muchísimo más que hace 50 años, me parece que sigue siendo difícil”, especificó.
En el caso particular de sus hijos, recordó que “muchas veces se paseaban de guardia en guardia cuando eran pequeños, o cuando eran muy pequeñitos, me acuerdo mi marido llevándome a la guardia a los chicos para dar de amamantar. Por eso siempre debemos contar con un apoyo, desde una niñera hasta una tía, las abuelas, me parece que si no sería imposible porque la mayoría de las mujeres estamos también comprometidas con el trabajo. Te imaginas que, en mi caso, que era única, que estaba a cargo de todos los niños de la provincia, era muy difícil separar”, remarcó.
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